Julio Barreiro: textos bíblico-teológicos de un “laico” (I)

La Biblia habla. Es caótica, polifacética, compleja, simple, terrible, parece un oasis, está llena de ternura, es risueña, trágica, fácil y difícil. Es la palabra de Dios. Ella misma es la vida y la muerte a la vez. Nos juzga, nos culpa, nos perdona, nos reconforta, nos consuela, nos sobrecoge, nos duerme, nos despierta, nos cubre con su manto, nos hace atravesar el valle de sombras y de muerte, colma nuestra copa y nos lleva hasta la mesa del Señor. Lo más importante es dejarla hablar. Porque sigue hablando. Y la palabra sigue siendo el principio de la creación. Lo que nunca terminamos de aprender cuando la leemos es a pedirle silencio al silencio y dejarla hablar.[1]

J. B.

El hombre de la Biblia. Reflexiones bíblicas de un laico es un libro bastante atípico incluso desde el título y el subtítulo. Surgido de un ambiente protestante “progresista” y ecuménico, parece ya una provocación referirse al ser humano de entrada para meditar en el contenido de las Escrituras judeocristianas cuando los énfasis en lo divino (aunque no se planteen desde la idea del misterio y sí desde la verborrea casi interminable) parecen dominarlo todo. El subtítulo alude a que su autor, el abogado y editor uruguayo Julio Barreiro, aun cuando cursó estudios formales en la Facultad Libre de Teología Protestante de París (en donde fue discípulo de Oscar Cullmann y Paul Ricœur), nunca se consideró como un teólogo ni mucho menos. Éstas son sus palabras al respecto en el prólogo, en donde asoma de inmediato el contexto social:

Algo de eso intenté con las páginas que siguen. Son las reflexiones bíblicas de un laico. No tienen ni podrán tener ninguna pretensión teológica. Su única pretensión es la de ser un reflejo, apenas, de la búsqueda interminable del hombre que nos revela las páginas de las Escrituras.

Era imposible desprender su lectura de los acontecimientos diarios. Y no siempre hemos hecho el suficiente silencio para escuchar todo lo que tenía para decirnos sobre lo que ocurre en el mundo de hoy.

No hay, pues, ninguna sistematización en este libro. Apenas una ordenación de los temas entre otras tantas posibles.[2]

Militante metodista desde su temprana juventud, Barreiro descubrió pronto el don de la escritura que comenzó a desarrollar en publicaciones infantiles y, más tarde, ya inmerso en los conflictos sociopolíticos de su país desde la perspectiva cristiana, desde el movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL), del cual fue uno de los rostros más visibles en su carácter de director de publicaciones (él organizó desde las bases la editorial Tierra Nueva) y de responsable de la revista Cristianismo y Sociedad, esforzado vehículo de la preocupaciones del protestantismo latinoamericano en los inicios de la década de los 60 del siglo pasado. En su madurez, Barreiro se desempeñó como un politólogo “comprometido” (como se decía entonces),[3] por lo que quizá para muchos (incluyendo a quien habla en estas líneas) es sorpresivo leerlo en el plan de un amigo tan cercano de la literatura bíblica. Para su familia y sus amigos (varios de ellos intelectuales y teólogos reconocidos) no debió ser nada nuevo ver la forma en que pensó e hizo pensar sobre las enseñanzas bíblicas en esta recopilación que no parece haber llamado la atención en su momento, pero que leída hoy ofrece múltiples líneas de análisis y aplicación del mensaje del libro sagrado.[4]

Ni biblista, ni teólogo, Barreiro fue apenas un militante evangélico que, desde su experiencia de fe vivida durante un tiempo en el exilio, supo arrancarle una cadena de luminosos chispazos interpretativos que proyectan desde y sobre la Escritura una visión de la vida que fue capaz de sostenerlo en medio de los momentos más optimistas y frustrantes de la lucha ideológica y religiosa en la que participó y que incluso lo llevó a la cárcel.

El prólogo de El hombre de la Biblia…, auténtico manifiesto personal y toma de postura firme, libérrima, sobre el contenido del libro sagrado permite apreciar la vastedad de miras sobre los textos elegidos para comentar y reflexionar. Vale mucho la pena citar y comentar algunas afirmaciones que explican el proyecto de este volumen impar. Barreiro inicia hablando de la fe y de la gracia, aseverando:

“La experiencia de la fe es intransferible. Es personal e inédita. […]

La gracia de Dios es el gran tema de las mejores predicaciones en tanto que la fe del hombre es el tema cotidiano de su vida o no existe. Si la fe es, entonces, personal, lo que tiene de inédita está representado por el cúmulo de experiencias humanas que hace que no haya dos vidas idénticas sobre la tierra. […]

La fe es algo muy serio de lo cual es mejor no hablar antes que decir cosas ligeras o simples pamplinas en las cuales nadie cree, más aún si tenemos en cuenta las angustias, los conflictos y las confusiones del mundo presente (pp. 9, 11).

A continuación, explica la razón de ser del libro como tal: “Sabiendo, antes de empezar […] que el tema iba a ser una especie de sinfonía inconclusa. Los hombres y las mujeres de verdadera fe que encontramos en la Biblia siempre están sujetos a los avatares de su tiempo y a las circunstancias más peligrosas de la historia que les tocó vivir. Conviven, además, con otros hombres y mujeres carentes de la fe en Dios, incrédulos en cuanto a otras formas de creencias, muchas veces ambiciosos y crueles, otras traidores y mentirosos” (p. 11). Luego insiste en la necesidad de alimentar la fe y de hacerlo sobre todo “con el amor a Jesús” y de tomarlo a él como modelo de vida y acción. Sobre Jesús afirma de manera penetrante: “…el amor final de Dios le envió piadosamente la muerte, cuando Jesús clama otra vez a gran voz. También por amor Dios es capaz de enviarnos a la muerte. ¿Por qué habremos de tenerle miedo a la muerte? En todo caso, hay mayores razones para tenerle miedo a vivir sin fe y sin amor” (Ídem, énfasis agregado).

Acerca de la Biblia, Barreiro hace algunas afirmaciones que ayudan a entender el perfil de sus observaciones, muchas de ellas agudas. Cuando estuvo en prisión le prohibieron recibir una Biblia porque se trataba de “un libro subversivo”, a lo que agrega: “También con el tiempo y de acuerdo a las amargas circunstancias sociales y políticas que nos tocó vivir, comprendí que aquellos modernos centuriones tenían razón. En épocas de penurias populares, de opresión, de persecuciones, de torturas, de humillaciones y de odios insensatos, la Biblia es un libro subversivo. Arroja luz sobre el orden social que violenta la voluntad amorosa de Dios” (p. 14, énfasis agregados). Esta forma de valorar la Biblia era resultado de las nuevas tendencias teológicas de la época en el subcontinente latinoamericano y que modificó radicalmente la perspectiva tradicional. A Barreiro, hay que subrayarlo, le correspondió vivir el tiempo de las dictaduras uruguaya y argentina (desde 1973 y 1980, respectivamente), por lo que su interpretación bíblica estuvo marcada por esos acontecimientos.

La estructura del libro puede servir para tener un panorama de los alcances de este volumen: en 21 secciones desarrolla 73 reflexiones que incluso llevan la secuencia propia del texto bíblico. Inicia con “Tiempo de Dios y tiempo del hombre” (con base en Eclesiastés), “Sufrimiento” (sobre Job), “Dios” (Éxodo), “El diablo” (Éxodo y las tentaciones de Jesús), “El octavo día de la creación”, “Jesús, Señor de la vida” y “El discipulado” (sobre Jesús y otros temas relacionados), “La nueva humanidad”, “Los días y las fatigas”. Continúa con “Libertad”, “Consolación” (sobre Isaías 40 y otros pasajes), “Reconciliación”. “Pobreza y opresión”, “Iglesia”, “La mesa del Señor” y “Poder y política” (quizá la sección más provocadora). Y concluye con “El amor nunca se pierde”, “La boda de Caná de Galilea”, “Muerte” (II Corintios 4 y 5, y Salmo 126), “La locura de creer” y “He aquí vengo pronto” (Mateo 25 y Apocalipsis 22).

Es, pues un periplo personal, un peregrinaje espiritual, un itinerario de fe que refleja un contacto continuo con las Escrituras que permitió a Barreiro ir bastante más allá de las lecturas tradicionales y asimilar ambos contextos: los de la Biblia y los del presente para dialogar críticamente con ambos.

[1] Julio Barreiro, El hombre de la Biblia. Reflexiones bíblicas de un laico. Buenos Aires, Ediciones La Aurora, 1983, p. 16.

[2] Ibid., pp.16-17. Énfasis agregado.

[3] Véanse varias de las demás obras y colaboraciones de Barreiro en el sitio: Biblioteca del Poder Legislativo, https://pmb.parlamento.gub.uy/pmb/opac_css/index.php?lvl=author_see&id=16697.

[4] Cf. Federico Brugaletta, “Julio Barreiro. Trayectoria intelectual del editor protestante de Paulo Freire”, en Políticas de la Memoria, núm. 22, diciembre de 2022, pp. 114-125, https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/739/1013. “Durante su periodo ginebrino desarrolló una investigación bíblica sobre teología de la liberación que fue publicada en el libro El hombre en [sic] la biblia” (p. 122). Brugaletta presentó esta ponencia en El Colegio de México el 26 de septiembre de 2022. Véase la ponencia “El papel de las editoriales en la circulación de la pedagogía de Paulo Freire”, en www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=1203345273599164.